Tiempo después. Solo quedaría el recuerdo constante de aquella canción que solía cantar a diario “Somos payasos en este mundo de guirnaldas plásticas, cuando te desistas a sonreír procura no tener a lado tuyo la esperanza de un amor, porque probablemente te van a romper toda completa, te devoraran el corazón hasta la última gota de recuerdos, recuerdos que te permitían sonreírle al amor, ¿pero ahora donde queda todo eso?, no somos más que payasos en un mundo de guirnaldas plásticas. Y ya no me queda más aliento para continuar, tengo el corazón desgarrado y no quiero más limpiar. Me senté en aquella silla al final del corredor y moriré justo ahí, porque fuimos y somos payasos en este mundo de guirnaldas plásticas.”
Como olvidar tal canción si creció viviendo todas y cada una de las estrofas; Porque el corazón puede adherirse nuevamente a la piel, pero jamás olvidara que lo torturo con tanta fuerza que lo dejo sin aliento alguno. Así funciona este mundo terrenal, donde para levantarnos necesitamos hundirnos en lo más oscuro de nuestro destino, pero aquel caballero solo tomaba de la mano de la chica y le recordaba cada día que aun en medio de aquella tormenta podrían respirar juntos y eso bastaría para continuar el camino al sendero, donde cada vez era más profundo el deseo y menos probable la emoción, pero la piel se erizaba con tan solo imaginar que llegarían a aquel castillo que el tanto le prometió en sueños, paredes de piedra cubiertas de barro, ese aroma tan peculiar a tierra mojada en otoño, todo a luz de vela, era más que perfecto, así que valdría la pena llegar hasta el final con él.
La mañana siguiente… (CONTINUARÁ)
Lic. Elizabeth Hernandez Garrido
Especialista en Administración de Recursos Humanos y Terapeuta Holístico.
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