El caballero de la habitación: Ojos violeta «Parte 3»

La mañana siguiente, después de imaginar esa tierra mojada en otoño tuvo un motivo más para sonreír. El camino sobre el sendero ya estaba plasmado en su anhelo, pero nunca imagino que esa tarde se cruzaría en su vida los ojos violeta más hermosos que nunca había visto, la claridad en ellos era tan deslumbrante que podía ver el océano entero atreves de esas pupilas, sonrió sin imaginar que aquella sonrisa le ocasionaría el más grande de los placeres terrenales.  miro por un instante a su noble caballero y sin decir una sola palabra él le acomodo la ligera capa negra que siempre traía con ella y por primera vez en tantos años el soltó su mano.    

Esos ojos violeta le robaban el aliento, le erizaba la piel y el corazón se aceleraba con tal fuerza que por instantes sabía que esa sería su segunda muerte, pero la más hermosa, moriría noche tras noches en sus brazos, ahogaba sus miedos en un placer infinito y la piel rejuvenecía en cada aliento, al llegar cada mañana sabía que no sería más que “payasos en un mundo de guirnaldas plásticas”, pero ahogarse en ese mar inmenso color violeta, lo habría valido todo, moriría y renacería todas las veces que fueran necesarias con tal de perderse una vez más en ese inmenso mar de violetas.   

Una tarde de verano miro con recelo el tiempo que había pasado entre sus brazos y agonizando de placer infinito entre sabanas, y entendió que era hora de marcharse, porque aún entre tanta fascinación, todavía existía un sendero que continuar y un noble caballero oscuro que la esperaba sentado a mitad de aquel inmenso bosque para entregarle el maravilloso castillo de piedra y barro, con olor a tierra mojada en otoño; tomo por la espalda a aquellos ojos violetas y le hizo el amor como nunca antes lo había hecho, después simplemente se levantó, miro el inmenso mar entre sus pupilas y se colocó la capa negro azabache y salió por la puerta. 

El amor suele ser así, todos solemos ser así, camino por la vereda justo al final de aquella cabaña y a lo lejos vio la oscuridad que la llevaría a su desino…